Trabajar con los sueños es como aprender a andar en bicicleta por el cielo. Uno  puede conocer en gran medida la mecánica de la bicicleta  e ir dominando la lógica del vuelo, pero difícilmente podrá definir lo que es el cielo o dónde están sus límites. En Vivir los Sueños nos ocupamos de comprender nuestro vehículo, que es de hecho lo único sobre lo que podemos incidir parcialmente. Si nos dedicamos a la tarea de entender nuestra psique, nuestro mundo simbólico, los nódulos de complejos que han ido poblando nuestra psico-biografía, las conexiones y asociaciones físicas, afectivas, emocionales y mentales que constituyen nuestra especial forma de ser, podremos darle un sentido a nuestra experiencia.

A mi modo de ver, hay tres ámbitos en los que los sueños fertilizan la psique a través de la imaginería simbólica:  la creatividad  (cultural),  la colectividad (social) y la salud (terapéutico). Dentro del ámbito terapéutico, vamos a trabajar en distintos niveles, los síntomas (equilibrio entre salud y enfermedad), la personalidad (carácter, temperamento) y  el Ser (esencia y espiritualidad). Al trabajar con una persona nos preguntaremos por sus objetivos, vida afectiva, deseos, planes y capacidad de realización. Indagaremos en la expresión sintomática de los conflictos subyacentes, identificaremos los muertos psíquicos para honrarnos (pacificarlos) y las fuerzas constructivas para promover su crecimiento.

Al abordar un sueño en particular, nos centraremos en el enfoque gestáltico, cuya práctica implica desplegar los elementos del sueño en la sala de trabajo para crear una palestra donde el soñante podrá vivenciar la realidad de la imagen, corporeizarla para explorar sus implicaciones íntimas, afectivas y somáticas. Este abordaje fenomenológico nos permitirá acotar la indagación al ámbito de lo concreto de forma que el soñante pueda sentir íntimamente las revelaciones que le ofrece el sueño. De esta forma, evitaremos alejarnos del mensaje personal que está encriptado en las imágenes oníricas y enredarnos en elucubraciones mentales o interpretaciones ajenas. Partiendo de esta base, podemos enriquecer el análisis de los niveles objetivo y subjetivo del sueño con una interpretación arquetípica y la lectura múltiple que proviene del grupo. 


«La apertura a la interpretación arquetípica de los símbolos oníricos –que tiene en cuenta nuestro contexto socio-cultural e histórico- es estimulante desde el punto de vista intelectual, y liberadora desde el punto de vista emocional, ya que otorga profundidad y matices a nuestra comprensión del sueño.»

Conviene abrirse también a la posibilidad de que esos otros -personas, objetos o atmósferas que aparecen en nuestro sueño- no sean meramente reflejos de la experiencia diurna o distintos aspectos del mundo interior del soñante, sino imágenes reales que se nutren de la energía viva del Sueño, lo que el especialista Robert Bosnak denomina “el Genio del Sueño”. Así, podríamos llegar a imaginar que los que soñamos, en realidad, estamos siendo soñados por una entidad superior.

 

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Faustina Hanglin, Terapia corporal, artística y de sueños